Cuidados de la piel en el invierno

Dra. Lídice Dufrechou – Dermatóloga

Es bien conocida la importancia de los cuidados de la piel durante el verano, la importancia de la protección solar y de la hidratación de la piel. Pero ¿qué pasa en invierno? ¿Podemos realmente “bajar la guardia”?

Las radiaciones de invierno

Si bien el índice de radiación ultravioleta disminuye en los meses de otoño e invierno, la protección solar sigue siendo clave en esta época del año. La radiación ultravioleta proveniente del sol es responsable de la generación de cáncer de piel y del envejecimiento cutáneo que incluye líneas de expresión, resequedad, pérdida de tensión, manchas y alteraciones en la textura de la piel. A diferencia de lo que ocurre en verano, en invierno la exposición solar es más limitada, sin embargo, varios estudios señalan que la fotoprotección mantenida a lo largo del año previene y disminuye el número de lesiones malignas y premalignas en la piel. Estos efectos positivos de la protección solar también aplican a la prevención de las líneas de expresión, flacidez y manchas cutáneas. De hecho, sería impensable diseñar una rutina cosmética sin incluir protección solar específica o formulaciones que contengan filtros solares, como lo hacen la mayoría de las cremas hoy en día.

Durante los meses más fríos y especialmente en los tiempos que corren, nuestra exposición a la luz proveniente de fuentes como pantallas y monitores se ve aumentada. Este tipo de radiación, llamada luz azul, también genera efectos biológicos en la piel, en este sentido, varios estudios sugieren que la exposición prolongada a la luz azul puede dañar nuestro ADN cutáneo, contribuir al envejecimiento de la piel y a la generación de manchas. Nuestro consejo es utilizar fotoprotectores durante el teletrabajo minimizando estos posibles daños y la indicación es más estricta aún en las personas que tienen antecedentes de cáncer de piel y de pigmentaciones como melasma, entre otras.

El invierno, la pandemia y la piel

El frío genera vasoconstricción en la piel, lo cual resulta en una reducción de la circulación sanguínea con disminución de la nutrición y deterioro de las capas cutáneas superficiales. La piel suele verse más pálida, frágil, agrietada y dañada sobre todo cuando nos exponemos a temperaturas muy bajas. A esto se agrega el lavado de manos excesivo y la aplicación casi constante del alcohol en gel, que daña y erosiona aún más la superficie cutánea con efectos realmente devastadores en personas de piel sensible o con enfermedades de la piel. En la literatura se describe un aumento franco de las consultas por dermatitis de manos y dermatitis de cara vinculadas al uso de tapabocas.

En el caso de la higiene de manos, el consejo es elegir el lavado de manos frente a la aplicación del alcohol en gel. De ser posible, este tiene que ser con un limpiador syndet y seguido de la aplicación de crema humectante o reparadora, que, debe ser aplicada varias veces al día. Con respecto al tapabocas, las personas con rosácea, acné y dermatitis seborreica se han visto más afectadas con exacerbaciones de sus afecciones.

Cada caso tiene un tratamiento específico, pero recomendamos el lavado frecuente del mismo y la no reutilización del tapabocas descartable. Elegir tapabocas color blanco dado que causan menos calor en la zona y previenen alergias a los pigmentos de la tela.

El invierno y el dermatólogo

Los meses de invierno suelen ser los elegidos para las visitas al dermatólogo, ya que la disminución de la exposición solar, nos permite examinar los lunares sin la interferencia de las quemaduras solares y del bronceado, que pueden dificultar el análisis de las lesiones pigmentadas.

Asimismo, en esta época del año, se pueden realizar con mayor comodidad aquellos tratamientos más invasivos en la piel como cremas con efecto descamativo, peelings con ácidos fuertes, láseres y luz pulsada a mayores intensidades que las utilizadas en verano y extracción de diferentes lesiones mediante pequeñas cirugías o criocirugía.

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