Más allá de la comida: cómo identificar y actuar frente a los trastornos de la conducta alimentaria
En los últimos años, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han aumentado de manera significativa, especialmente entre adolescentes y niños. Estos trastornos no se reducen únicamente a la relación con la comida, sino que reflejan la unión de factores biológicos, emocionales, sociales y culturales. La presión estética de cumplir con determinados estándares de belleza, la exposición constante a redes sociales y la autoexigencia son algunos de los elementos que hoy potencian su aparición a edades cada vez más tempranas.
Debido a la relevancia de dicho tema, realizamos una charla para padres y un Encuentro Médico dirigido a todo el personal de salud. En ellos participaron la Dra. Julieta Hernández, médica pediatra con especialización en Nutrición, y la Lic. en Psicología Fernanda Semeniuk. Ambas integrantes del equipo interdisciplinario de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata, Argentina.
Durante la actividad, las profesionales compartieron su experiencia clínica y respondieron dudas frecuentes de los padres y profesionales, poniendo el foco en la detección temprana, la prevención y el acompañamiento familiar e interdisciplinario.
¿Desde cuándo se forman los hábitos alimentarios en los niños?
Los hábitos comienzan a desarrollarse desde la concepción y se consolidan con el ejemplo y las costumbres de los padres. La forma en la que los adultos se relacionan con la comida tiene un impacto directo en cómo los niños y adolescentes construyen su propio vínculo con la alimentación.
¿Qué entendemos por trastornos de la conducta alimentaria?
Son alteraciones persistentes en la conducta relacionada con la alimentación, que afectan la salud física y emocional de quienes las padecen. Se considera un trastorno cuando se repite en el tiempo, al menos una vez por semana por tres meses consecutivos. Pueden manifestarse tanto en la restricción extrema de alimentos como en episodios de ingesta excesiva. Entre los más conocidos se encuentran:
- Anorexia nerviosa: miedo intenso a engordar, distorsión de la imagen corporal y restricción alimentaria.
- Bulimia nerviosa: episodios de atracones seguidos de conductas compensatorias como vómitos o uso de laxantes.
- Trastorno por atracones: ingesta desmedida de alimentos sin conductas compensatorias posteriores.
¿Cuál es la causa?
Los TCA no tienen una única causa, sino que surgen de la combinación de varios factores. Entre los más frecuentes se encuentran:
- Presión social y cultural: los estándares de belleza poco realistas que se transmiten en la sociedad.
- Redes sociales: la exposición constante a imágenes y mensajes que refuerzan ideales del cuerpo perfecto.
- Baja autoestima y autoexigencia: sentirse en falta o no con-forme con uno mismo.
- Antecedentes familiares: presencia de TCA o de otras enfermedades de salud mental en la familia.
- Bullying o burlas: especialmente las relacionadas con el cuerpo o el peso.
- Situaciones emocionales difíciles: duelos, estrés intenso, cambios familiares o escolares.
- Factores biológicos y genéticos: que pueden aumentar la predisposición.
Cada adolescente vive una experiencia distinta, por eso el acompañamiento temprano y profesional es clave para prevenir y tratar.
¿Qué señales de alerta deben observar los padres?
Algunas de las más frecuentes son:
- Pérdida de peso en poco tiempo sin explicación.
- Retraso en el crecimiento.
- Trastornos menstruales en las adolescentes.
- Obsesión por el cuerpo o por “comer sano” en exceso.
- Uso excesivo y sin supervisión de redes sociales, con exposición constante a estereotipos de belleza.
- Síntomas físicos como anomalías dentarias, callosidades en nudillos o mejillas inflamadas por vómitos inducidos.
¿Qué pueden hacer las familias para ayudar?
La familia es un pilar central en la prevención y en el acompaña-miento. La comprensión, paciencia y apoyo emocional fortalecen la autoestima y generan bienestar. También es clave fomentar una comunicación abierta, enseñar a los adolescentes a tener un pensamiento crítico frente al contenido que consumen en redes y promover la diversidad corporal.
Los padres y educadores son aliados clave en la detección temprana y en el acompañamiento de los adolescentes. Estar atentos, generar espacios de escucha y diálogo, y acudir a tiempo a un equipo profesional puede marcar un antes y un después en el camino hacia la recuperación.
