Protectores solares ¿cuál elijo?

Dra. Lídice Dufrechou | Dermatóloga

Con la llegada del verano, la elección de una estrategia de protección solar es fundamental para cuidar la salud de nuestra piel. La exposición a los rayos ultravioletas provenientes del sol causan daño agudo (quemadura solar, depresión del sistema inmunológico) y crónico (envejecimiento cutáneo, mutaciones en nuestro ADN y cáncer de piel, entre otros). 

Es de escencial importancia tener en cuenta que el desarrollar actividades al aire libre presenta múltiples efectos beneficiosos. 

Nuestro objetivo debe ser poder disfrutar de aquellas que más nos gustan teniendo en cuenta correctas medidas de protección; como ser: la búsqueda de sombra, la utilización de ropa adecuada que nos proteja del sol, sombrero de ala ancha que cubra correctamente la nariz y las orejas, usar lentes y la aplicación de protectores solares. 

Es muy común que en general, haya cierta tendencia a creer que los protectores solares son bloqueadores o pantallas que nos hacen inmunes a la penetración de la radiación UV, y esto, dista de ser cierto. Si bien hoy contamos con excelentes tecnologías en filtros de aplicaciones tópicas, siempre es necesario concebir a la protección solar o fotoprotección como una conducta que integra todas las medidas mencionadas. 

Podríamos afirmar que se deben tener en cuenta tres criterios a la hora de elegir un protector solar: el tipo de piel, el nivel de exposición a la radiación ultravioleta y el nivel de protección propio de la fórmula a utilizar. Otros factores a tener en cuenta son: antecedentes de reacciones alérgicas a protectores solares, intolerancias a productos cosméticos y de ser de interés para el usuario, el impacto que el uso de estas fórmulas puede tener sobre el medioambiente. 

El tipo de piel se define por el fototipo, relacionado con características hereditarias, raciales y capacidad de producción de pigmento cutáneo (melanina). 

A grandes rasgos, los fotitpos bajos, van del fototipo I al fototipo III. Dicho grupo de personas, presentan mayor riesgo de contraer cáncer de piel con la exposición solar reiterada. Se caracterizan por tener piel y pelo claros, aparición de “pecas”, enrojecimiento y quemaduras luego de las primeras exposiciones solares y bronceado tardío luego de varias exposiciones. La mayoría de la población de nuestro país, está comprendida dentro de estos fototipos. Los fototipos altos, van del fototipo IV al fototipo VI y comprenden a todos aquellos individuos de piel y pelo oscuro. Raramente presentan enrojecimiento y quemaduras con las exposiciones solares, se broncean fácilmente y tienen globalmente menor riesgo de contraer cáncer de piel. 

De esto, se desprende que quienes presenten fototipos bajos, deben elegir protectores con mayor grado de protección. De igual modo, deben llevar a cabo un cumplimiento más estricto de las medidas de fotoprotección.

Además del fototipo, el tipo de piel puede definirse según otras características tal vez mayormente ligadas a aspectos cosméticos: piel oleosa, con sensibilidad a cosméticos, envejecida, deshidratada, seca (alípica). 

Las pieles grasas u oleosas se benefician del uso de protectores solares fluídos, en gel o los llamados “toque o efecto seco”. Las pieles sensibles, deben usar fórmulas especiales que no contengan componentes irritantes, lo que llamamos filtros físicos y no químicos, que no se presenten en forma de gel.

Por su parte, las pieles secas y/o envejecidas deben usar formulaciones en crema, de mayor untuosidad. Si bien los antioxidantes adicionados a los protectores solares son siempre recomendables, las pieles más envejecidas son las que se benefician mayormente de esta combinación. 

Es fácil concluir que, a un alto grado de exposición, mayor debe ser tanto el factor solar como las medidas de fotoprotección a utilizar.

Por último, nos referiremos a los pretectores solares y sus características. De todas maneras, hay controversia sobre si el uso de protectores solares reduce la incidencia o no de cáncer de piel. Según lo que muestran los estudios, parecería que tenemos la tendencia a exponernos más al sol, sintiéndonos seguros porque nos colocamos protector solar, y esto genera globalmente un aumento de la exposición y por consiguiente, aumento de cáncer de piel. Por este motivo, en general los dermatólogos los consideramos un complemento de las otras medidas de fotoprotección ya mencionadas. 

El FPS (factor de protección solar) expresa la capacidad que tiene el protector de reducir el enrojecimiento frente a la exposición solar (filtro UVB). De manera que cuanto más alto es el FPS, menor enrojecimiento y quemaduras solares se producen al utilizarlo. Se considera que en verano, la verdadera protección solar se obtiene con FPS mayor a 30. 

El PPD expresa la capacidad que tiene el protector de reducir la producción de pigmento o bronceado frente a la exposición solar (filtro UVA). Cuanto más alto es el PPD del protector elegido, menor bronceado se produce al utilizarlo. Se considera que la verdadera protección solar se obtiene con un PPD mayor a 8.

Tanto las radiaciones UVB como las UVA son capaces de producir envejecimiento prematuro de la piel y cáncer de piel, por lo tanto, debemos chequear que el protector tenga ambos filtros. Por último, la tecnología en formulación de protectores solares sigue avanzando y hoy contamos en el mercado con protectores que protejen contra la luz azul proveniente de las pantallas, contra la luz visible y contra el espectro de rayos UVA ultralargos. 

También hay disponibles formulaciones en polvo, bruma y compactas con color además de las clásicas lociones, cremas, geles y spray. 

Teniendo en cuenta los factores mencionados, la elección del protector solar puede ser un tanto compleja. 

En todos los casos, debemos aplicar el protector media hora antes de la exposición solar, repetir la aplicación cada dos horas y reaplicar luego de estar en el agua, dado que ningún filtro conserva 100% su FPD y PPD luego de pasar un tiempo prolongado en la misma.