Fomentemos la resiliencia en los más pequeños

Fuente: Clínica Mayo

Como padres consideramos que nuestra tarea es proteger a nuestros hijos de tiempos difíciles o del fracaso. Sin embargo, no siempre resulta útil si queremos prepararlos para el futuro.

La resiliencia es la propiedad de la elasticidad; la habilidad para ajustarse y adaptarse sin quebrarse. Una persona resiliente responde con éxito a las dificultades graves y triunfa ante la adversidad.

¿Cómo saber si nuestros hijos son resilientes?
Podemos medirlo observando su capacidad para hacer frente al estrés, algunos niños son más sensibles, otros son más tolerantes y cuentan con las herramientas para lograr un balance positivo.

Podemos ayudarlos a ejercitar la resiliencia y a fortalecerla. El tener un adulto estable y comprometido a su lado hace que el niño sienta que tiene lo necesario para superar la adversidad.

Debemos promover las relaciones que le brindan apoyo como ser los abuelos, tíos, amigos, profesores.

También debemos ayudarlos a aprender lo siguiente:

  • Las decisiones tienen consecuencias: Cuando sea apropiado, dejemos que nuestros hijos experimenten el resultado de sus decisiones. A medida que vayan tomando más decisiones, se volverán más sabios, más seguros y más capaces de recuperarse de los reveses. Por ejemplo, si tu hijo dice que ya estudió lo suficiente para su examen confiemos y dejemos que los resultados muestren si tenía razón.
  • El fracaso es parte de la vida: Perder no implica no volverlo a intentar. Las habilidades se pueden aprender. Si nuestros hijos empiezan una actividad y quieren dejarla porque no se consideran buenos debemos estimularlos a seguir un poco más reforzando el concepto a no renunciar a algo rápido porque es difícil.
  • Todo el mundo tiene fortalezas: Ayudémoslos a encontrar sus fortalezas y potenciarlas.

Permitir que nuestros hijos aprendan del fracaso implica que demos un paso atrás y los dejemos experimentar, que enfrenten consecuencias. Sí debemos escucharlos, hablar sobre lo que piensan acerca de cuál es el mejor camino, dar nuestro apoyo o un consejo si lo piden. Enseñémosle a usar la palabra “todavía”, frente a una derrota, que el “no puedo” se convierta en un “no puedo todavía”.

No es fácil desarrollar capacidad de resiliencia, pero si les permitimos que se enfrenten a desafíos y desarrollen estrategias para afrontarlos, los ayudaremos a prepararse para ser adultos independientes.

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