Adolescentes: ¿qué tipo de actividad física es la adecuada?

Dr. Gastón Gioscia – Deportólogo

Para los niños y jóvenes de 5 a 17 años la OMS recomienda diferentes tipos de actividades como juegos, deportes, trekking, actividades recreativas, clases de educación física o ejercicios en familia o en la escuela o el liceo.

Pensando en la prevención de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, la salud ósea y muscular, las actuales pautas de la OMS establecen que:

  1. Los niños y jóvenes de 5 a 17 años inviertan como mínimo 60 minutos diarios en actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa.
  2. La actividad física por un tiempo superior a 60 minutos diarios reportará un beneficio aún mayor para la salud.
  3. La actividad física diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica. Convendría incorporar, como mínimo tres veces por semana, actividades vigorosas que refuercen, en particular, los músculos y huesos.

Nos enfocaremos en el punto 3, dado que nos parece clave para poder desarrollar de manera eficiente estas recomendaciones.

Cuando hablamos de ejercicios aeróbicos, estamos hablando de actividades que involucran los grandes grupos musculares; es decir los miembros inferiores, los miembros superiores o ambos, como patinar, andar en bicicleta, nadar o correr. También en estas actividades participa la musculatura del tronco, que es muy importante dado su función estabilizadora del cuerpo y de transmisión de fuerzas entre los segmentos corporales. Los deportes como el fútbol, el básquetbol o el hándbol, también tienen un importante componente aeróbico en su globalidad, aunque en las acciones individuales, utilicen las fuentes anaeróbicas de energía.

Un mayor nivel de participación en las actividades físicas aeróbicas, se asocia con una mejor condición o aptitud física. Un alto nivel de aptitud física en la niñez y la adolescencia se asocia a un menor riesgo presente y futuro de obesidad, enfermedades cardiovasculares, salud esquelética y salud mental. Las enfermedades cardiovasculares ocurren con mayor frecuencia durante la quinta década de la vida o después; sin embargo, existen evidencias que indican que los precursores de estas enfermedades tienen su origen en la infancia y la adolescencia y es por esto que es fundamental la prevención en estas edades.

Las actividades vigorosas que refuercen los músculos y los huesos, son los ejercicios de fuerza. La fuerza es una capacidad fundamental, la usamos desde cuando cargamos una bolsa del supermercado hasta para subir una escalera. Los adolescentes con mejores niveles de fuerza, presentan una mejor salud cardiovascular presente y futura, independientemente de su nivel de aptitud aeróbica.

El entrenamiento de la fuerza debería formar parte de los programas de acondicionamiento físico general de los niños y adolescentes. Es importante priorizar los trabajos coordinativos con componentes lúdicos que apunten no solo a mejorar la fuerza muscular, sino al resto de las habilidades motoras básicas, teniendo en cuenta la edad y el nivel de desarrollo madurativo.

Estos programas deben ser planificados y dirigidos por profesionales capacitados, tanto en el conocimiento de los procesos biológicos como en el desarrollo psicosocial de los niños y adolescentes, con una progresión adecuada del entrenamiento que sea compatible con las necesidades, los objetivos, las capacidades y las habilidades. Los riesgos de lesiones no son mayores que en cualquier práctica deportiva.

Los niños y adolescentes que participan regularmente en programas seguros, efectivos y agradables podrán desarrollar una adecuada aptitud muscular, que les permitirá ser más aptos para las actividades físicas o deportivas en su vida presente y futura.

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